5 mar 2009

El Museo de la Memoria y la hipocresía del gobierno


Ya todos habrán oído del rechazo por parte del gobierno peruano al ofrecimiento del gobierno alemán de $2 millones para un Museo de la Memoria, que trate sobre el tema de la guerra interna que vivió el Perú en los 80s y principios de los 90s.

El presidente Alan García, el ministro de defensa Antero Flores-Aráoz y el premier Yehude Simon han expresado que el proyecto de museo “no refleja la visión nacional” sobre la época de la violencia (palabras de García), y que el dinero debe dedicarse no a un museo sino a programas sociales de asistencia a las víctimas de la violencia.

Difícil negar que la asistencia directa (en la forma de salud, reparaciones, etc.) es muchas veces mas prioritaria que la educación, la historia o la memoria. Pero si los Sres. García, Flores-Aráoz y Simon realmente están tan interesados en maximizar los fondos para ayudar a las víctimas de la violencia política, ¿por que no empiezan por, digamos, derretir, fundir y vender como metal las estatuas (muchas de ellas con escaso mérito artístico) de Bolognesi, Cáceres, Castilla, San Martín y Bolívar que están desparramadas por Lima? Respeto a estos personajes como figuras históricas, pero nadie puede negar que son menos relevantes al momento actual que los sucesos de hace sólo 2 décadas. O, no restringiéndonos sólo a la supuesta oposición asistencia vs. educación/memoria/historia, ¿por que gastaron tanto dinero estos señores en las cumbres de ALCUE y APEC el año pasado, en vez de dedicarlo a programas sociales?

Es que los comentarios de los señores gobernantes ocultan una profunda hipocresía. Lo que en realidad teme el Sr. García no es que falten fondos para asistir a las víctimas, sino que la gente aprenda la historia de lo que sucedió en los 80s y 90s. Es que, como todos sabemos, uno de los gobiernos de esa época fue el suyo. Y, al igual que Belaúnde y Fujimori, el Sr. García tiene las manos manchadas de sangre. Lo que García teme es que el pueblo peruano escuche sobre la matanza de los penales, la masacre de Cayara y los asesinatos perpetrados por el Comando Rodrigo Franco, entre otros crímenes de su gobierno.

Por lo menos el Sr. García y los miembros de su gobierno deberían tener el coraje de admitir que esta es la verdadera causa de su temor al Museo de la Memoria. No ocultarlo detrás de tanta habladuría de utilizar los fondos para asistencia social, o de críticas a la Comisión de la Verdad, acusándola de ser parcializada contra el ejército, a favor de Sendero, y de “no reflejar la visión nacional.” Críticas que, dicho sea de paso, nunca están fundamentadas en ninguna evidencia concreta, nunca dan citas del Informe Final de la CVR mostrando en que manera este está parcializado a favor de Sendero Luminoso o el MRTA. El gobierno prefiere que la gente no se entere de lo que realmente contiene el Informe Final, ni siquiera en su versión abreviada, pues si se enterara se darían cuenta no sólo de los abusos del primer gobierno de Alan García y los demás gobernantes de esa época, sino que se darían cuenta también de que el Informe, si bien como cualquier informe de su naturaleza es imperfecto, es de todas maneras un documento serio, minuciosamente detallado y apoyado en las evidencias, y que culpa a todos aquellos que mataron inocentes y propiciaron la violencia y la injusticia durante el conflicto.

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