27 may 2011

¿Por qué votar por Ollanta Humala?

1.  Porque piense lo que se piense sobre Humala, hay que reconocer cual ha sido el eje central de su propuesta durante toda la campaña: la reducción de la desigualdad. Un país tan desigual como el nuestro siempre va a ser un país con conflictos sociales y odios entre grupos. Talvez a muchos este tema no interese. Pero tenerle tanto desdén y temor como para contemplar votar por una mafia corrupta y autoritaria, solo para evitar que gane el candidato que habla de reducir la desigualdad, carece de sentido.

2.  Porque las reformas que propuso Gana Perú desde un principio son muy moderadas: aumentar el salario mínimo, aumentar el gasto en educación al 6% del PBI, políticas sociales como el seguro universal de salud y pensión 65, un impuesto a las sobreganancias mineras, mejor recaudación de impuestos ya existentes y poner los recursos naturales al servicio de la nación en un grado mayor que ahora. Aquello del plan de gobierno “radical” o “estatista” de Ollanta Humala es un psicosocial más. Talvez se le puede calificar como socialdemócrata. Los que se oponen a estas reformas están creando las condiciones para un radicalismo mucho mayor.

3.  Porque aquello de los “varios” planes de gobierno de Ollanta es otro psicosocial. Entre el plan inicial, el Compromiso con el Perú y la Hoja de Ruta hay consistencia en el tema central de construir un país menos desigual. Obviamente tienen que haber concesiones, como parte del proceso de concertación para la segunda vuelta. Así funciona toda democracia cuando ningún candidato alcanza el 50% en primera vuelta. Y obvio que van a haber diferencias de opinion entre distintos integrantes de Gana Perú – eso se llama concertación y apertura. Si hubiera una sola opinion eso sería autoritarismo.

4. Porque tanto Ollanta Humala como su equipo son perfectamente conscientes que en estos tiempos apartarse de la economía de mercado sería política y económicamente inviable. Lo que ha estado en debate desde un principio no es el sistema de mercado, con sus méritos y defectos, sino únicamente los excesos del fanatismo del mercado  – en otras palabras, lo que se conoce como “el modelo neoliberal.” El Perú seguirá teniendo una economía de mercado en el futuro previsible si o si. Ollanta no propone expropiar una sola empresa.

5. Porque Ollanta tiene un excelente equipo: Kurt Burneo, Félix Jiménez, Javier Iguiñiz, Humberto  Campodónico, Ruth Shady, Oscar Dancourt, etc.  Keiko, en cambio, está rodeada solo de gente que trabajó con el gobierno de su padre: Rafael Rey, José Chlimper, Hernando de Soto, Jaime Yoshiyama, Oscar Trelles, Marta Chávez, Luisa María Cuculiza, Milagros Maraví.

6. Porque aquello de que se irán los inversionistas no es más que un chantaje, además un chantaje sin fundamento. Exactamente lo mismo les dijeron a los brasileños sobre un posible gobierno de Lula, y nunca sucedió.  Caer ante estas manipulaciones es aceptar vivir de rodillas.

7. Porque, por más que los fujimoristas siembren miedo sobre un supuesto desastre económico si gana Ollanta, el equipo técnico de Gana Perú es particularmente fuerte en el tema económico. Mientras que el fujimorismo, si bien inicialmente acabó con la hiperinflación (el costo lo pagaron los pobres), luego dejó al país con un déficit y en recesión.

8. Porque la desigualdad no puede reducirse únicamente a través del crecimiento, si es que la nueva riqueza que se crea se distribuye de manera exactamente igual a la riqueza ya creada.

9. Porque la pobreza estructural en el país no se soluciona diciendo que un porcentaje tal de la población  ha subido de unos cuantos soles por debajo de una línea arbitraria a unos cuantos soles por encima de esa línea.

10. Porque aquello de que el cuco Chávez gobernará el Perú desde Venezuela es el psicosocial más absurdo que hay, perpetrado por quienes quieren que los peruanos descendamos a niveles de miedo infantiles.

11. Porque Ollanta Humala es un militar retirado que se rodea de civiles y que participa en la política como un civil más. Decirle “cachaco” como insulto para luego ir y apoyar al fujimorismo, que dio un golpe militar, que gobernó junto con los militares, y que todos estos años viene negando que el ejército haya cometido violaciones a los derechos humanos, es absurdo.

12. Porque Ollanta se ha distanciado públicamente del etnocacerismo desde el 2005, y en privado desde por lo menos el 2002 (ver reportaje de La Ventana Indiscreta de ese año), si no antes. Ningún etnocacerista forma parte de su equipo de trabajo o de su campaña. En cambio Keiko jamás se ha distanciado del fujimorismo, el cual reivindica constantemente, desde su plan de gobierno y sus afirmaciones en el debate de primera vuelta hasta sus afiches en provincias donde aparece su padre y hasta los gritos en sus mítines (“el mejor gobierno,” “que se escuche hasta la DIROES,” “el líder del fujimorismo es Alberto Fujimori,” etc.). Keiko no es su padre: es el proyecto político de su padre. Y, a la vez, el proyecto de ella siempre ha sido reivindicar a su padre. Nunca ha habido otro motivo para que Keiko Fujimori incursione en la política. Como dice la fachada de un local fujimorista en la Av. Arica en Lima (uno de muchos), “La fuerza del Chino la tiene Keiko.”

13. Porque el caso Madre Mía, en el cual se le acusa a Ollanta Humala de haber cometido violaciones a los derechos humanos mientras servía al estado presidido por Fujimori, ha sido examinado una y otra vez por el Poder Judicial, como debe ser. Hasta ahora no se  encuentran pruebas o testigos creíbles, por lo cual el caso fue archivado por la Corte Suprema. Esto a pesar de que el proceso ha recibido un nivel de atención que no se le da usualmente a los casos de derechos humanos. Y porque el nuevo testigo que convenientemente ha aparecido ahora, como psicosocial de Peru21, se contradice a sí mismo, es delincuente y da versiones sobre épocas en las que Humala no estuvo en Madre Mía (ver Prensa Libre 24/5/2011). Sobre este caso podemos tener dudas y sospechas. Y se debe seguir investigando. Pero sobre las violaciones de los derechos humanos cometidas por el gobierno que Keiko Fujimori reivindica, y del cual formó parte como primera dama, tenemos pruebas.

14. Porque hasta ahora ni Bayly (por más que grite y gane su plata) ni nadie presenta pruebas de que Ollanta estuvo involucrado en la planificación del Andahuaylazo o tuvo conocimiento previo del mismo.

15. Porque si bien los padres de Ollanta son conocidos por su homofobia, a Ollanta no se le conoce ningún comentario homofóbico (como si a otros políticos, como Castañeda y Waisman), más bien últimamente ha expresado su apoyo a la lucha contra la homofobia. Y en esta segunda vuelta ha recibido el apoyo explícito de casi todas las organizaciones gays y lesbianas del Perú.

16. Porque Fujimori y Montesinos no ayudaron en la captura de Abimael Guzmán por la DINCOTE, uno de los hechos más determinantes en la derrota de Sendero. Fujimori y Montesinos ni sabían del operativo de la DINCOTE ese día – Fujimori se encontraba de vacaciones.

17. Porque aún si el anterior punto fuese incorrecto, si  Fujimori si derrotó al terrorismo, entonces hagamos un ejercicio mental. Si mañana otra mafia, como el cartel de Sinaloa, el cartel de Cali, o la mafia rusa, derrotaran a un movimiento subversivo, ¿eso significa que a dicha mafia se les debería entregar el control de todo un país una y otra vez, para que sigan robando, extorsionando y matando? ¿Hasta dónde debe llegar nuestra “gratitud”?

18. Porque la campaña de Keiko Fujimori es pura farandulería, lugares comunes y asistencialismo manipulador. Habla de ser madre mientras reivindica al gobierno que torturó a su propia madre y que esterilizó a mujeres pobres sin su consentimiento. Habla de estar “con la juventud” mientras su candidato a primer vicepresidente es del Opus Dei, cuyas ideas sobre la moral vienen de la Edad Media. Ahora hasta se copia de Ollanta y habla de acabar con los abusos de las services cuando esos abusos los institucionalizó el gobierno de su padre que ella reivindica.

19. Porque no podemos simplemente lamentarnos sobre la “encrucijada” en que nos encontramos o decir que “los dos son igual de malos.” Las diferencias son claras. Los sectores del país que no quieren que nada nunca cambie ahora nos quieren imponer una mafia que tanto costó sacar del poder.

20. Porque un gobierno de Keiko Fujimori, sería, en el peor de los casos, una repetición de los 90s. Y en el mejor de los casos sería algo con fachada constitucional pero igual lleno de clientelismo, manipulación, corrupción, desigualdad social, y con Alberto Fujimori (el “asesor de lujo”) a la cabeza. Por otro lado, un gobierno de Ollanta Humala nos ofrece la esperanza de algo distinto  y la posibilidad de abrirnos a nuevas perspectivas, y de no repetir la misma historia. Esto debido a su equipo de gobierno, a su propuesta de igualdad e inclusión social, al entorno democrático que lo rodea, y a las muestras claras de conciliación y apertura que nos está dando.

14 may 2011

Los mercados y las campañas de miedo: Lula en el 2002

                                   
Foto: www.todanoticia.com


Cuando Lula terminó su período como presidente del Brasil el 2010, salió con más del 75% de popularidad y dejando al país con una economía en crecimiento. Pero el 2002, cuando el entonces líder del Partido de los Trabajadores (PT) todavía era candidato a la presidencia (por tercera vez), muchos políticos, economistas y empresarios lo acusaron de ser un riesgo para la economía y el mercado, pues proponía algunos cambios al “modelo,” para fines redistributivos. Aquí van algunas citas tomadas de medios de prensa internacionales que dan testimonio de la campaña de miedo económico durante esas elecciones, similar a lo que se hace contra Ollanta Humala en la actual coyuntura electoral en el Perú.

“El inversor multimillonario de origen húngaro George Soros vaticinó que Brasil será obligado a elegir a José Serra en las elecciones de octubre, o a ´sumergirse en el caos´ si el victorioso es Luiz Inacio Lula da Silva... Según le dijo el megainversor al diario Folha de Sao Paulo en Nueva York, si Serra gana ´los mercados se calmarán.´ En cambio, si Lula permanece fuerte en las encuestas los inversores continuarán retirando sus inversiones de Brasil, haciendo aumentar el riesgo país y dificultándole al gobierno la captación de recursos en el exterior." La Nación (Argentina), Domingo 9 de junio de 2002    


"Aunque en América Latina los mercados no han dejado de temblar en meses, los estremecimientos de las últimas semanas han sido atribuidos a un epicentro en particular: Luiz Inacio da Silva. El repunte en las encuestas del sindicalista, que lo tienen a un solo punto de ser elegido el próximo domingo como presidente de Brasil, tiene nervioso al sistema financiero. El real concluyó el mes con una depreciación de 20 por ciento con respecto al dólar (se cotizó a 4 por 1). La situación ha sido aprovechada por sus rivales, quienes incluso han tratado de achacarle a Lula la fuga de capitales, las caídas históricas en la bolsa de Sao Paulo y la ubicación de Brasil como el tercer peor destino para invertir." El Tiempo (Colombia), 2 de octubre de 2002


"Tengo miedo. Brasil corre el riesgo de perder la estabilidad. No se puede tirar todo (los logros por el Plan Real) al cubo de la basura. Conozco a Serra, sé lo que va a hacer. Al otro (Lula) creí que lo conocía. Eso da miedo. Miedo de la inflación desenfrenada del 80% al mes." Regina Duarte, actriz brasileña, en propaganda política contra Lula, 2002 - citada en La República (Uruguay), 16 de octubre del 2002


"La insistencia de las encuestas en mantener a Lula al frente de las preferencias de los electores ha empezado a inquietar a sectores del mundo empresarial y financiero, que advierten de los riesgos de la llegada del PT al palacio de Planalto. El tono es más moderado que en los comicios de 1989, cuando el entonces presidente de la patronal de Sao Paulo (Fiesp), Mario Amato, declaró que si Lula ganaba las elecciones, 800.000 empresarios abandonarían el país. Algunas entidades financieras del exterior, sobre todo las que operan en el llamado mercado secundario como JP Morgan y Merrill-Lynch, han alertado a sus clientes que compraron títulos brasileños ante una eventual victoria de Lula." El País (España), 9 de junio del 2002.


"El ascenso en las encuestas del candidato presidencial de Brasil Luis Inacio ´Lula´ da Silva está empezando a reflejarse en la tasa de cambio. La posibilidad de que este líder de izquierda llegue al poder en octubre próximo podría precipitar una devaluación del real, la moneda brasileña, ante el temor de los inversionistas de que ´Lula´ da Silva siga políticas económicas poco ortodoxas. Pese a que el político del partido de los trabajadores ha moderado su discurso el banco de inversión Goldman Sachs pronostica que si éste llega a ganar las elecciones el real se cotizaría a 3,04 por cada dólar. En cambio, si el triunfador es el candidato continuista José Serra, la tasa de cambio sería de 2,52 reales por dólar. Estos cálculos se realizaron utilizando el ´lulómetro´, un modelo económico diseñado por el banco para la ocasión." Semana.com (Colombia), 17 de junio del 2002

(Para leer más sobre el “lulómetro” del banco estadounidense Goldman Sachs, que pretendía predecir la baja de la moneda brasileña en base a cuánto subía Lula en las encuestas, y que aconsejaba a sus inversionistas retirar su dinero del país, ver el documento del mismo Goldman Sachs: “Emerging Markets Strategy – Introducing the Lulameter” - http://moya.bus.miami.edu/~sandrade/Lulameter_GS.pdf)

Y, finalmente, la respuesta de Lula:


"En su primera declaración pública como presidente electo, antes de partir para la Avenida Paulista, donde lo esperaban a la medianoche más de 100.000 personas para festejar, Lula expresó con contundencia: ´Esperamos que el mercado se comporte con el respeto con que nosotros nos comportamos con él.´ Cuando un periodista de la poderosa TV Globo le advirtió, en vivo, que el mercado ´vota todos los días,´ Lula, un ex-sindicalista, retrucó: ´El mercado también tiene que entender que los brasileños necesitan comer tres veces por día y que hay mucha gente pasando hambre.´ La Nación (Argentina), 28 de octubre de 2002



Foto: www.publispain.com

7 may 2011

El Perú como marca






El nuevo spot (“documental”) de la campaña Marca Perú, de PromPerú, nos enseña a ver el país bajo una nueva óptica: como dice al final, “El Perú es una gran marca.”

Que es una marca? Algo que se usa para vender. Un nombre vinculado a un producto, a una mercancía, para diferenciarlo de otros productos que en realidad no son muy distintos. Además, una marca es propiedad privada de alguien, generalmente de una empresa.

Usualmente una marca es para un detergente, una licuadora o una pasta de dientes. Ahora sabemos que los países también se deben convertir en marcas. El Perú ya no es un país ni una sociedad ni un conglomerado de culturas. Es una marca.

Ahora que sabemos que el Perú es una marca, otras cosas ya se vuelven mucho más claras. El país es una mercancía, y como tal se puede comprar y vender. El mercado ya no es simplemente una institución útil dentro de la sociedad, más bien la sociedad y el país son apéndices del mercado, cuya lógica y cuyas categorías pueden penetrar a cualquier esfera sin problemas, colonizándola con sus categorías y su manera de pensar.

Y si el país en su conjunto se puede vender, porque no sus partes – su selva, su agua, sus recursos naturales. Y si podemos vender todo eso, porque no la conciencia también. Nomás hay que saber ponerle una buena marca y hacer una buena campaña de marketing.

Como el “documental” es gracioso y técnicamente está bien hecho, no hay duda que aprenderemos bien la lección.
El “documental” empieza contándonos que “todo peruano, por el solo hecho de ser peruano, tiene derecho a gozar de lo maravilloso que es ser peruano.” Cuando cierto candidato presidencial dice lo mismo, se le acusa de ser “antisistema,” “salto al vacío,” “radical,” “chavista.”

El “documental” muestra a varios personajes compartiendo con los ciudadanos de Peru, Nebraska,  las diversas mercancías que constituyen el Perú que ellos venden. El Perú es una papa a la huancaína, una ocopa, un pisco sour, una ola.

Rafo León, que usualmente tiene una mirada un poco más crítica, les dice a los Peru-Nebrasquinos,  que, como “peruanos,” ellos “tienen derecho de viajar del Océano Pacífico a la Amazonía en un vuelo doméstico, y si tienen ganas lo pueden hacer por carretera y hasta en su propio auto.”

Con eso Rafo nos informa que, contrario a lo que pensábamos, tomar vuelos domésticos es una experiencia compartida que une a todos los peruanos, un derecho, y no el privilegio de una élite. Si la gran mayoría viaja por carretera, en buses sin cinturón de seguridad y con fallas mecánicas, con choferes que se duermen por las largas horas, con el riesgo de asaltos, por caminos estrechos y en mal estado, no es porque sea su única opción, es porque “tienen ganas” de hacerlo.

Por si acaso pensáramos que el Perú es tan solo un anticucho, una Inca Kola, una llama, el “documental” nos recuerda que el Perú también es sus estereotipos: los únicos afroperuanos que lleva son los músicos de Perú Negro, que van con el solo propósito, como dice el “documental,”  de “mejorar la circulación sanguínea” de los Peru-Nebrasquinos haciéndolos bailar.

Por lo demás, el “documental” hace una débil y parcial alusión a  la diversidad étnica y racial del Perú a través de los “embajadores” que lleva a Nebraska: Gastón Acurio, Javier Wong, Christian Bravo, Magaly Solier, Dina Páucar, Sofia Mulanovich, Gabriel Villarán, Carlos Alcántara, Iván Kisic, además de Perú Negro. Pero aparte de excepciones como Solier y Páucar – a las que las élites ya no pueden excluir del todo, pues el Perú ya no es el mismo país de hace 50 años – el  equipo de “embajadores” no incluye al fenotipo que, si bien no es de ninguna manera superior a los demás, es mayoritario en el país. En esto el “documental” reproduce y mantiene la peculiar condición del Perú de ser un país que no se parece a su representación en la pantalla, donde  aparecer en la televisión y en la publicidad es (en menor medida que antes, pero todavía) un rol reservado para un sólo grupo de piel clara, de la misma manera que ciertas profesiones eran reservadas para ciertas castas en la India antigua. Un problema incómodo del que no hablamos porque es más fácil permitir que prolifere en silencio. Como siempre, negamos o ignoramos el racismo en el discurso para así poder multiplicarlo en la práctica.

Esta mega producción, en la cual evidentemente han sido invertidos ingentes recursos (sobre todo en el transporte), parece estar dirigida más a los peruanos que a los extranjeros que puedan comprar nuestros productos. Por algo hacen chistes que solo nosotros entendemos y utilizan a personajes que solo nosotros conocemos. Para que limitemos nuestra noción de país a unos cuantos chefs de lujo, una tabla de surf, y unos cuantos estereotipos y lugares comunes.

28 abr 2011

Elecciones y modelo económico

En esta segunda vuelta del 5 de junio, el fujimorismo se ve ante el desafío de distanciarse del recuerdo del autoritarismo y la espectacular corrupción del régimen de Alberto Fujimori. Tarea nada fácil, ya que como Keiko dijo hace mes y medio, “mi padre es el líder del fujimorismo.”  Como ha escrito César Hildebrandt, para Keiko renegar de su padre sería como renegar de sí misma.  

Por tanto, las acusaciones contra Humala de ser un peligro para la democracia pierden algo de peso en esta ocasión. De hecho, a Ollanta le seguirán sacando los videos de su hermano en el Andahuaylazo, las entrevistas a su papá y las fotos de su encuentro con Chávez, pues con algo tiene que contestar el fujimorismo cuando a ellos se les saca los vladivideos, el 5 de Abril, la Cantuta, Barrios Altos, las esterilizaciones forzadas... (la lista continúa...).  Y, después de todo, nadie puede negar que Humala se ha formado en una institución autoritaria como es el ejército (el cual, como sabemos, gobernó con Fujimori), y que sus padres entre otras cosas cultivaron valores autoritarios en el hogar. Aun así, los fujimoristas la tienen un poco difícil al tocar el tema de democracia vs. autoritarismo.


Por tanto, el tema económico empieza a cobrar más fuerza en su campaña. Por un lado, los rumores y psicosociales que van desde la pérdida de las pensiones  en las AFPs hasta la expropiación de los puestos de mercado, pasando por la amenaza de despido en las empresas. Por otro, y sobre todo en los sectores A, B y parte del C, la defensa cerrada del “modelo económico” o el “sistema.”






Sectores de la población se alistan a “votar por su bolsillo,” asustados que de ganar Humala se irán los inversionistas, la chamba desaparecerá y la bolsa colapsará. El fujimorismo busca posicionarse nuevamente con el gran capital, que le fue fiel en los 90s pero que después del 2000 había preferido buscar opciones más “respetables” para proteger sus intereses, ya sea en la figura de un Toledo, un García o, ahora último, un PPK.


Para asustar más, se resucita la imagen del primer gobierno de Alan García, con su enfrentamiento contra  el FMI y su desorganizado y fallido intento de estatizar la banca. O, retrocediendo más en el tiempo, se utiliza el cuco de Velasco, con su nacionalización de ciertas transnacionales y su Reforma Agraria que expropió a los hacendados. A este último en particular se le echa la culpa por todos los males del Perú.


Lo que con frecuencia se olvida es que no se trata de una elección libre entre modelos económicos como si se estuviera eligiendo una torta para un cumpleaños o un color de cortina. Hoy en día vivimos en la era neoliberal. A nivel mundial, el neoliberalismo tuvo sus orígenes en los 70, pero es recién en los 80s y sobre todo en los 90s que se vuelve hegemónico. Se trató de una solución del capital a la crisis del régimen de acumulación previa – crisis que se inició aproximadamente en 1973. 


Es de suponer que dicha crisis se pudo haber resuelto de otras maneras; el hecho que la opción que triunfara, para bien o para mal, fuese el neoliberalismo – versión renovada y más agresiva del liberalismo económico clásico – fue una victoria política del capital, la cual demoró varios años en consolidarse. Como ha escrito el geógrafo inglés David Harvey, se trató de “la restauración del poder de clase” del capital.


Hoy en día sería muy difícil ponerse a crear un gran aparato económico ya sea estatal, cooperativista o colectivista , expropiando empresa tras empresa (o puestos de mercado). Nadie en el mundo lo está haciendo – no, ni siquiera Chávez ni Evo – así que no hay el apoyo internacional para tal política. Ni es una demanda de ningún movimiento político en el Perú hoy.


En cuanto a las inversiones, habría que ser ciego para no darse cuenta del inmenso poder que tiene el capital hoy en día. Es cierto, cuando un gobierno intenta tomar medidas redistributivas o de justicia social en un país, las multinacionales pueden amenazar con retirar su capital – capital cuya circulación, como también escribe Harvey, es como la sangre de sociedades capitalistas como la nuestra.


Pero entonces, significa esto que ya no se puede hacer nada, que hay que arrodillarse ante este chantaje para que así  sigan trayendo su capital, del cual nos hemos vuelto totalmente dependientes para nuestro bienestar económico? Aún si así lo fuera, los resultados de estas últimas elecciones han mostrado que esto ya no es posible.  Un sector importante de la población – si bien no una mayoría absoluta – ha votado no una sino dos veces (el 2006 y ahora) por un candidato que, con todos los defectos que pueda tener, promete un cambio al sistema.

Hoy en día no se puede ahuyentar al capital, ni se puede generar inflación. Talvez no se pueda hacer cambios radicales al “modelo” en estos próximos cinco años. Pero hay caminos intermedios y medidas moderadas que se pueden tomar. El impuesto a las sobreganancias, el respeto a los derechos laborales, la mayor soberanía sobre algunos sectores estratégicos y la planificación para una producción con mayor valor agregado, son algunos pero ciertamente no los únicos.


En los últimos años, los demás países de Sudamérica han intentado tomar algunos de estos caminos, cometiendo errores algunas veces, pecando de timidez otras. Ninguno de ellos ha logrado reducir drásticamente la desigualdad social ni romper con la dependencia de las materias primas, pero tampoco ninguno de ellos ha sido un desastre calamitoso como nos hacen creer los medios – no, ni siquiera Venezuela, que si tiene sus problemas, ni mucho menos Bolivia, ni mucho menos Brasil.


Logrará Ollanta tomar un camino que no sea ni calco ni copia de estos países pero que se aleje de las políticas elitistas de García y Toledo, sin ahuyentar demasiado al capital del cual dependen los puestos de trabajo de la gente? Ojalá. Es posible que por ahora un mayor énfasis se tenga que colocar en lo “social,” como la salud y la educación. Pero una política social con claros criterios redistributivos y de reivindicación, no como Keiko y Rafael Rey entienden lo “social” – como caridad.