15 may 2009

Aidesep y comunidades amazónicas se declaran en estado de insurgencia contra el gobierno

Tras 35 días de huelga y bloqueo de carreteras, Alberto Pizango, el presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), una de las principales orgainzaciones de comunidades nativas de la selva, ha anunciado que las comunidades se declaran en estado de insurgencia contra el gobierno de Alan García. Esta medida es una reacción a la inacción del gobierno frente a las demandas amazónicas de que se deroguen los decretos legislativos emitidos el año pasado como parte de los poderes otorgados por el legislativo al ejecutivo para la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos; la medida también es una reacción al colocamiento de la amazonía peruana en estado de emergencia por parte del gobierno.

Como se recordará, protestas lideradas por Aidesep y otras organizaciones de comunidades amazónicas el año pasado consiguieron que el gobierno se viera obligado a derogar los decretos 1015 (que facilitaba la venta de terrenos comunales, permitiendo que esta tome lugar con tan solo la aprobación de la mitad de los asistentes a una asamblea, en vez de 2/3 de los comuneros empadronados) y 1073. Estas protestas asimismo llevaron al Congreso a formar una comisión para evaluar el resto de los decretos que afectan a las comunidades de la selva; esta comisión recomendó derogar los decretos 994, 995, 1060, 1064, 1020, 1081, 1083, 1089, y 1090, por ser anti-constitucionales y porque van en contra de convenios internacionales firmados por el Perú. Pero nada se ha hecho desde que el informe fue emitido.

El premier Yehude Simon ha anunciado que "hay que tomar las medidas necesarias para poner orden." También ha dicho refiriéndose a Aidesep y las comunidades que agrupa, "No son de izquierda. La izquierda lucha por los pobres y por cambiar la situación de las cosas. Estos son reaccionarios que ponen a los pobres delante del cañón."

Mientras tanto, los bloqueos de carretera y el estado de emergencia están causando estragos entre la población de la zona, tanto la población rural como la ciudad de Tarapoto. Los líderes de las protestas hoy permitieron el paso de vehículos por unas horas para permitir el abastecimiento de la ciudad y para evitar más choques con los camioneros.

No conozco a profundidad la situación por la que atraviesan las comunidades de la selva, y cuales son las aspiraciones de sus dirigentes o por que estos han decidido en esta medida de lucha en este momento. La mayor parte de los medios de comunicación no muestran interés por lo que pasa en la amazonía, excepto para denigrar a las comunidades amazónicas como primitivos que se resisten a la modernidad y toman refugio en el paternalismo. Pero esperemos que esta situación se resuelva sin derramamiento de sangre y sin mayor daño a la población. Y que, posteriormente, el gobierno entienda que no se pueden ignorar protestas de este tipo ni utilizar el TLC como pretexto para emitir decretos de manera autoritaria y en violación (según la propia comisión del Congreso) a la constitución y a tratados internacionales firmados por el Perú como es la OIT 169. Si estos decretos causan tanta animosidad entre las comunidades nativas de la selva, lo mínimo que puede haber es un debate serio, no más burocracia y demoras.

A continuación reproduzco un pronunciamiento en contra del estado de emergencia declarado por el gobierno en la amazonía, firmado por conocidos intelectuales peruanos, emitido el 11 de Mayo, antes de la medida de lucha tomada últimamente.

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PRONUNCIAMIENTO

NO AL ESTADO DE EMERGENCIA EN LA AMAZONÍA

1. El gobierno del Dr. Alan García Pérez ha decretado el estado de emergencia en casi todo el territorio amazónico como una respuesta represiva a las demandas justas y legítimas de los pueblos indígenas amazónicos movilizados desde el pasado mes de abril. Ellos, de manera unitaria exigen la derogatoria de los decretos legislativos con los que entregan la administración de los territorios amazónicos a las grandes corporaciones.

2. La lotización petrolera y gasífera, la minería aurífera, la masiva e ilegal extracción forestal, el narcotráfico y otras actividades extractivas están provocando devastadores e irreversibles impactos ambientales en los ecosistemas acuáticos y terrestres de la Amazonía. El escenario que se configura, con la implementación de los TLC que implican la transnacionalización y privatización de la Amazonía, es el de la destrucción de una de las regiones de mayor biodiversidad y oferta de agua en el mundo.

3. Las grandes movilizaciones indígenas pacíficas y unitarias iniciadas en agosto del año pasado, obligaron al gobierno del Dr. García a derogar los decretos legislativos 1015 y 1073 y al Congreso de la República a constituir una Comisión Multipartidaria que recomendó derogar los decretos legislativos, 994, 995, 1060, 1064, 1020, 1081, 1083 1089, 1090 porque vulneran la Carta Magna, el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. El informe de esta Comisión fue encarpetado durante cinco meses y recién, como consecuencia del reinicio de la huelga amazónica fue debatido sorpresivamente en el pleno del Congreso el jueves 7 de mayo pasado y, luego fue remitido a la Comisión de Constitución a través de una maniobra del APRA y de sus socios políticos.

4. La Amazonía Peruana, como han señalado los expertos, puede ser el recurso estratégico del Perú en el siglo XXI, por su riqueza en agua, energía y biodiversidad. Pero todo ello a condición de construir un modelo de desarrollo sostenible, inclusivo, moderno y democrático, con la participación del pueblo amazónico y, en particular, de los pueblos indígenas, habitantes ancestrales y dueños históricos de la Amazonía Peruana, cuya ciencia, saber y cosmovisión son fundamentales en la construcción de un nuevo Perú.

Hacemos nuestras las demandas de los pueblos amazónicos que hoy asumen la defensa del interés nacional y acaban con su histórica invisibilización. Rechazamos la declaratoria del estado de emergencia y otras medidas autoritarias del gobierno del Dr. Alan García, defensor de los intereses del gran capital; y respaldamos el comunicado de los obispos y vicarios de la región amazónica recientemente publicado.

Lima, 11 de mayo del 2009

Alberto Adrianzén
Fernando Eguren
Sinesio López
Carlos Alberto Adrianzén
Pedro Francke
Nicolás Lynch
Eduardo Ballón
Roxana García Bedoya
Carlos Monge
Hugo Cabieses
Ricardo Giesecke
José Oscátegui
Álvaro Campana
Marisa Glave
Marisa Remy
Humberto Campodónico
Cecilia Israel
Roger Rumrrill
Isabel Coral
Félix Jiménez
Jurgen Schuldt
Francisco Durand
Salomón Lerner G.
Ricardo Soberón
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12 may 2009

Denucia de plagio contra el historiador César Pérez Arauco

Reproduzco aquí una denuncia de plagio publicada por la investigadora y narradora oral pasqueña Elizabeth Lino Cornejo contra el escritor César Pérez Arauco. Las pruebas presentadas son bastante contundentes y parecen indicar que Pérez Arauco ha copiado extensas secciones de un testimonio oral que Lino Cornejo recopiló en la comunidad de Rancas, que ella misma editó y que luego publicó en un blog en noviembre del 2006 y otro blog en marzo del 2008, y que también incluyó en un artículo suyo publicado en el Comercio el 8 de Marzo del 2008 (ver detalles abajo). Pérez Arauco utilizó fragmentos de este texto en su blog como también en su recientemente publicado libro Filones de Historia, sin citar la fuente correcta, más bien presentando el texto como parte de supuestos testimonios contados a el por comuneros de Rancas el año 1960, y algunas partes como sus propios pensamientos.

Respeto al Profesor Pérez Arauco como un importante escritor pasqueño que ha publicado numerosos libros, pero el plagio no está bien. Más aún cuando es cometido por una figura eminente y con mucha experiencia en el mundo de las letras, que sabe lo que hace. Toda persona que trabaja en la historia o las ciencias sociales debe saber que hay ciertas reglas éticas de comportamiento en estos campos, que son harto conocidas y que no debería ser necesario repetir. Naturalmente todo autor quiere que su trabajo reciba la más amplia difusión posible y que su material sirva a los demás, pero en el mundo de los libros siempre hay que poner entre citas las cosas que vienen de otros, y citar la fuente.

Es injusto utilizar el trabajo de otros y presentarlo como propio. Mas aún que en este caso, el plagio no es solamente del trabajo del recopilador oral (Lino Cornejo), que se ha dado el trabajo de investigar el contexto, solicitar el testimonio, recopilarlo, editarlo e incorporarlo a un conjunto de significado (siempre dejando en claro, explícitamente, que se trata de una recopilación de testimonios de comuneros de Rancas), sino que también se trata de un plagio de la voz y memoria del informante, pues el Profesor Pérez Arauco atribuye estos a veces a un supuesto informante del año 1960, a veces a su propia voz de narrador.

Además, siendo Pérez Arauco una eminencia en Cerro de Pasco, es doblemente injusto apropiarse del trabajo de investigadores más jóvenes, que con su esfuerzo tratan de abrirse paso y contribuir al mejor conocimiento de la realidad de su tierra, pues lectores que no conocen la situación naturalmente van a estar más inclinados a asumir que el escritor menos conocido se ha copiado del que es mejor conocido, cuando la realidad en este caso es al revés.

Es una lástima que el Sr. Pérez Arauco haya caído en esto; esperemos que se rectifique, admita su error y que esta situación no se vuelva a dar.

Por favor leer el texto de Elizabeth Lino Cornejo abajo, que explica la situación y da los detalles necesarios.

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FILONES DEL PLAGIO
ESCRITOR PASQUEÑO CÉSAR PEREZ ARAUCO NO CITA FUENTES NI RESPETA INVESTIGACIONES AJENAS

- DENUNCIA PUBLICA-

Elizabeth Lino Cornejo
http://www.zumbayllu.blogspot.com/

En el Blog Pueblo Martir y el libro Filones de la Historia el Sr. César Pérez Arauco publica un texto titulado "Los comuneros de Rancas" en el que incluye la historia de Doña Silveria Tufino Herrera con textos extraídos de un testimonio recopilado, editado y publicado con anterioridad por Elizabeth Lino C. en dos blogs de su autoría y un artículo periodístico.

EL "COPY AND PASTE" DE CESAR PEREZ ARAUCO Para quienes no sean cerreños o no hayan frecuentado el mundo literario de Pasco seguramente este nombre no les dirá mucho. César Perez Arauco se ha dedicado durante años a contar la historia de pasqueña en numerosos trabajos y publicaciones. Es respetado y conocido en la ciudad minera. A fines del año pasado presentó su último libro titulado "Filones de la Historia", evento al que asistí, lógicamente por mi interés en las publicaciones pasqueñas. Sin imaginar lo que hallaría meses después dentro de dicha publicación, con sorpresa e indignación.

¿Cómo podía sospechar siquiera que "el maestro" se tomara la libertad de publicar parte de un texto que no lo pertenece, sazonarlo a su manera y presentarlo como su creación?

- El 20 de noviembre de 2006 publiqué en el blog San Antonio de Rancas un post con un testimonio que da cuenta sobre la muerte de Silveria Tufino Herrera comunera de Rancas en la masacre de Huayllacancha de 1960, titulado "Silveria Tufino"

- Reproduje el mismo texto el 9 de marzo de 2008 en este blog con el título "Silveria Tufino Herrera, mujer para no olvidar"

- El 8 de marzo de este año el suplemento Dominical del Comercio me publica por el día de la mujer el artículo titulado Silveria Tufino Herrera, para el cual me valgo de mi material de testimonio recopilado y editado por mí.

El Sr. Perez Arauco publica en su libro Filones de la Historia y en su blog Pueblo Martir, el texto titulado Silveria Tufino Herrera, EL QUE CONTIENE BUENA PARTE DE MI MATERIAL.

Aquí una "pequeña muestra" (dar clic sobre la imagen para ampliar):


Considero necesario detallar cual es el proceso que utilizo para llegar a un texto escrito desde su versión oral: primero surge el contacto con el informante quien accede a una conversación que con su consentimiento es grabada. Esta versión oral es "vaciada", transcrita en su totalidad, la cual demanda hasta tres o cuatro veces más del tiempo que se toma en la grabación de la conversación. Una vez obtenida la transcripción se procede a la edición de acuerdo al criterio del investigador.


De esta forma por más que dos personas hubieran realizado la misma grabación, a la misma persona en el mismo momento es casi imposible que tengan la misma edición escrita de la versión oral, ya que cada uno trabaja sobre su criterio (ejercicio que ya he comprobado en una investigación anterior)

El Sr. Perez Arauco hace un intento ficcional de contar la historia de Silveria Tufino, durante el día del suceso. Dice que es a él como periodista que "le narran tal historia". El Sr. Perez Arauco ha tomado mi material y lo ha insertado en su ficción, añadiendo en muchos casos palabras o frases de su creación, intentando disimular el uso de un material de investigación serio y comprometido que no le pertenece.

He recogido numerosas versiones sobre la masacre de Huayllacancha que estarán contenidos en una publicación que además suma las costumbres y tradición oral de la Comunidad Campesina de Rancas, cuyos pobladores me han brindado largas horas de conversaciones llenas de historias y recuerdos.

He dejado un comentario en el blog del Sr. Perez haciendo referencia a "las coincidencias", pero como el blog tiene la opción de moderación de comentarios ha optado por no publicar mi anotación.Todo investigador que se precie de serlo y que tenga interés certero por la historia sabe lo que significa "una cita", "permiso de publicación" o "la referencia a una fuente", asunto que el Sr. Perez Arauco demuestra desconocer. Lo cual pone bajo tela de juicio su "vasto" material publicado con anterioridad.

El Sr. Perez Arauco nunca me pidió autorización para utilizar el referido texto claramente publicado con anterioridad a la publicación de su libro y su blog. Tengo en mi poder material suficiente sobre mi investigación (audios, transcripción, versiones de edición y publicación) para probar fehacientemente todo lo anotado anteriormente.

-- Elizabeth Lino Cornejo
http://zumbayllu.blogspot.com/

10 may 2009

Ortografía, cultura y racismo: Aldo Mariátegui e Hilaria Supa

Ya se estarán calmando las aguas en torno a la controversia causada por las acusaciones del director del diario Correo, Aldo Mariátegui, contra la congresista Hilaria Supa, por sus “fallas” ortográficas en sus apuntes personales, fotografiados desde atrás por un periodista de dicho periódico.

Sin embargo, sería bueno que esto no quede en el olvido una vez que deja de ser noticia del momento, y que la discusión no se limite simplemente a las personalidades de Aldo Mariátegui e Hilaria Supa, pues la controversia ha dejado al descubierto muchos aspectos del tipo particular de racismo que existe en el Perú. Es por esto que comparto las siguientes reflexiones.

Hay algo muy irónico en todo esto. Aldo Mariátegui, como buen neoliberal (o digámosle liberal, como les gusta ser llamados) se llena la boca hablando de la “modernidad” que el Perú debe alcanzar a través del libre mercado y el apoyo (a toda costa) a la inversión privada nacional y extranjera. Esto nos ayudaría a ser como los países desarrollados y dejar de lado el atraso y primitivismo del pasado.

Sin embargo, invectivas como las que lanzó en el Correo del jueves 23 de abril – agresiva e ignorantemente racistas – ya hace un tiempo que dejaron de tener un espacio en el escenario político de por lo menos EE.UU., el único país del primer mundo que puedo decir que realmente he conocido. No quiero decir que no haya racismo allá; ciertamente lo hay, y muy fuerte, contra los de descendencia africana, asiática, indígena, mestiza, y otros. Este racismo aún se manifiesta en innumerables interacciones cotidianas y está materializado en la estructura social y económica.

Pero en el ámbito oficial y periodístico el racismo abierto ya no encuentra un ambiente tan hospitalario como si parece hacerlo todavía en el Perú. Precisamente debido a que en EE.UU. tanto el racismo oficial y legal como el cotidiano eran tan fuertes hasta hace unas décadas – la segregación, los linchamientos, etc. – hubo una fuerte reacción que llevó a un movimiento social por parte de los mismos discriminados y oprimidos. Esta reacción ha hecho que ese país haya progresado algo en el tema racial.

Este progreso no se ha dado en igual medida en el Perú, donde el racismo no estaba oficializado en restricciones legales sino que vivía cómodamente en la vida cotidiana y la estructura económica – de las cuales es quizás más difícil extirparlo. En el Perú ha habido avances, por los mismos esfuerzos y luchas cotidianas de la gente andina, afroperuana, y otros, pero los cambios en la esfera oficial han sido mucho más lentos, si es que se han dado. Esto ha quedado claro con el caso de Aldo Mariátegui.

Los exabruptos del Sr. Mariátegui, lejos de acercarnos a alguna “modernidad,” nos condenan a un primitivismo decimonónico y nos hacen parecer ante los ojos del mundo como un país anticuadamente racista, colonial y señorial. Flaco favor le hace el Sr. Mariátegui a su ideología liberal si es que busca implantarla a través de la burla y el desprecio hacia la gran mayoría de sus compatriotas (aunque lamentablemente, hay que decirlo, la internalización del racismo hace que un buen número de peruanos esté de acuerdo con este individuo). Sería más inteligente si siguiera el ejemplo de algunos de sus camaradas liberales como Hernando de Soto o Jaime de Althaus, que, aunque puedo no estar de acuerdo con muchas de sus ideas, hay que reconocer que por lo menos tienen más respeto por los sectores populares del Perú.


En su libro Indígenas Mestizos: Raza y Cultura en el Cusco, la antropóloga Marisol de la Cadena habla extensamente sobre cómo en el Perú el racismo desde hace muchos años viene expresándose a través de la diferenciación y la discriminación en torno a la “educación” y la “cultura.” El editorial de Aldo Mariátegui del 23 de abril (junto con el artículo del periodista Agustín Chávez) parece haber sido diseñado explícitamente para ilustrar esta especie muy peruana de racismo. Para el Sr. Mariátegui “nos provoca pena que esta humilde mujer tenga esas carencias,” pues la congresista Supa, y gente como ella, escriben “peor que un niño de ocho años” y “no están mínimamente iluminados por las luces de la cultura.” Se pregunta “si es sano para el país que pueda acceder al Congreso alguien con un nivel cultural tan bajo.” La portada del diario lleva el titular “¡Qué nivel! Urge Coquito para congresista Supa.”

Como muchos de los que practican este tipo de racismo, Aldo Mariátegui sin duda negará en público que el sea racista. Pero es en buena parte a través de este tipo de prácticas que se reproduce la discriminación y la desigualdad en el Perú (sin olvidar a los que si son orgullosa y públicamente racistas).

Como buen liberal, el Sr. Mariátegui dirá que el sólo está exigiendo un estándar necesario, que lo exige a todos por igual. No vamos a enfocarnos sobre las contradicciones siempre presentes en esta superficial “igualdad” de los liberales, que aplica algunos estándares y no otros, selectivamente. Este tipo de igualdad ya fue descrita hace un siglo por el escritor francés Anatole France, cuando escribió que “la ley, en su majestuosa igualdad, prohíbe tanto a ricos como a pobres dormir bajo los puentes, mendigar en las calles y robar pan.”

Más bien, más allá del tema de su aplicabilidad, es el estándar en si (el de la “buena ortografía”) el que hay que cuestionar. No niego que la escritura y la lectura sean cosas muy buenas – si es que son bien utilizadas. Pues la escritura, como muchas cosas en este mundo, tiene una naturaleza dual. Así como puede servir para la liberación individual y colectiva, también puede estar vinculada a la represión y la opresión. ¿Cuando empezó a surgir la escritura en las civilizaciones antiguas? Con el desarrollo de clases sacerdotales dirigentes, que empezaron a apropiarse del excedente producido por los campesinos para así construir pirámides y templos y para tener el tiempo que dedicar a tareas intelectuales – entre ellas la tarea de diseñar nuevas formas de explotar al campesinado. No quiero decir que hubiera sido mejor si la escritura no hubiese aparecido, sino que no se puede negar este lado negativo.

Más cercano a nosotros en el tiempo y el espacio, en el Perú rural de los siglos XIX y la primera mitad del XX los hacendados y sus tinterillos utilizaban lo que muchas veces era su monopolio sobre la palabra escrita para enmarañar a las comunidades indígenas en densas telarañas jurídicas con el propósito de despojarlas de sus tierras. A los niños de estas comunidades con frecuencia no se les permitía ingresar a las escuelas para aprender a leer y escribir, pues los hacendados veían como una amenaza a un campesino indígena que fuese letrado.

Por supuesto, la escritura tiene también su lado liberador y unificador, pues crea lazos entre personas y situaciones lejanas y permite la elaboración de nuevas maneras de ver el mundo. Pero alguien que representa este espíritu sería en todo caso no Aldo Mariátegui, quien ha tenido muchas oportunidades y las utiliza para la burla y el desprecio, sino Hilaria Supa. No he seguido con detenimiento todas sus acciones en el congreso, así que no puedo calificar su gestión en su totalidad, pero en todo caso lo que importa acá son los principios más que las personalidades. Habiendo tenido la oportunidad de aprender a leer y escribir solo después de los 20 años, Hilaria Supa ha impulsado campañas de alfabetización y ha defendido la cultura quechua con dignidad y orgullo, buscando que los que son ajenos y hasta desprecian esta cultura – como la congresista Martha Hildebrandt, a quien Supa regaló un ejemplar de su libro – se acerquen a ella.

Como Hilaria Supa, millones de peruanos han luchado a lo largo del siglo XX para acceder a la educación que elites letradas les habían negado, o para que por lo menos sus hijos puedan acceder a ella. Esta lucha cotidiana y silenciosa se ha dado en múltiples formas - asistiendo a clases nocturnas después del trabajo, organizando faenas para construir una escuela para su comunidad, sacrificándose largas horas en su trabajo o pequeña empresa para que uno de sus hijos pueda asistir a la universidad.

Y si se quieren ejemplos más dramáticos de acción colectiva, también los hay – como el caso de los trabajadores de la mina de Huanzalá (Huánuco), que en 1985 protagonizaron una huelga general e indefinida, (contra la dura oposición de la empresa minera y de la Sociedad Nacional de Minería) cuyo pliego de reclamos consistía de un sólo punto: que se construyera un colegio secundario para sus hijos en el asiento minero.[1]

La educación y la alfabetización han sido vistas por la mayoría de los peruanos como un medio de ascenso social y de mejora de vida. No hay que tener una visión romántica ni triunfalista de esto, pues la educación a la que se accedía muchas veces era no sólo de calidad deficiente y poca variedad sino también hostil a la cultura andina, por ejemplo reforzando la idea de que el quechua significa atraso y la adquisición del castellano significa progreso.

Sin embargo, es innegable que el esfuerzo popular, de millones de peruanos, ha democratizado la educación (y la escritura) en el país. Sin duda muchos de estos padres que trabajaron por la educación de sus hijos tendrían una ortografía que Aldo Mariátegui consideraría sumamente deficiente (aparte de que el hubiera prohibido a la gran mayoría de ellos de tener la posibilidad de acceder al Congreso, pues escribe que “debe haber requisitos extras para ser congresista, como grado universitario”). Pero, ¿quien pertenece más en una sociedad que valora la educación – el o ellos?

Obviamente que estos padres hubiesen querido que sus hijos tengan la mejor ortografía posible. Y yo si fuera profesor de primaria o secundaria haría todo lo posible por enseñarles a mis alumnos la ortografía “correcta” cuando escriben en castellano, y les exigiría que en su trabajo muestren los frutos de esta enseñanza. No porque realmente me importe la ortografía en si (al final una manera de hablar o de escribir no es mejor que otra, más bien la estandarización del idioma tiende a ser una manera de excluir y marginar, sobre todo en el Perú), sino porque la realidad es que vivimos en un mundo donde escribir “correctamente,” a la manera oficial, les ayudará a salir adelante.

Pero la ortografía no es el bien supremo de la sociedad. Primero vienen la igualdad y la solidaridad. Mientras estas no dominen en el Perú, los estándares de ortografía en la política tienen que ser flexibles. Además de burlarse de ellos, el Sr. Mariátegui quiere excluir de la posibilidad de acceder al Congreso (y talvez de la vida política en general) al enorme número de peruanos que escriben como la congresista Supa. Mientras no haya igualdad de oportunidades educativas en el país, yo francamente prefiero que hayan congresistas que escriban “mal” pero que sean gente de principios y que luchen por su pueblo, antes que individuos que son (o se creen) muy “letrados” pero que utilizan el poder político para discriminar y marginar, como han hecho y hacen muchos congresistas.

Las particularidades lingüísticas e históricas del Perú también añaden otro nivel de complejidad al tema de la ortografía. Muchas de las “faltas” ortográficas que Aldo Mariátegui y su periodista Agustín Chávez señalan en los apuntes personales de Hilaria Supa consisten en confundir la i con la e, la o con la u, la v con la b. Sucede que el idioma quechua, la lengua materna de la congresista Supa, no distingue entre los sonidos que estas letras representan en el castellano. No porque el quechua sea un idioma más simple que el castellano, sino porque cada idioma divide el espectro de sonidos de una manera distinta para crear significado. El castellano, por ejemplo, no distingue entre la a larga y la a corta del inglés, aunque en ese idioma esta distinción significa la diferencia entre decir “taza” y “gorra.”

El quechua también posee distinciones que el castellano no tiene. Quisiera ver al Sr. Mariátegui pronunciar correctamente, y repetir siempre correctamente, la distinción que hace el quechua cuzqueño entre la p regular (como en pacha, que significa tierra) y la p glotalizada (como en p’acha, que significa textil), o entre la t glotalizada (como en t’anta, que significa pan) y la t aspirada (como en thanta, que significa gastado, viejo).

Dirá el Sr. Mariátegui que el idioma del Congreso de la República es el castellano, no el quechua. Habría entonces que recordarle que legalmente el quechua y el aymara son tan oficiales como el castellano; el hecho que esto haya quedado en la teoría y no haya llegado a la práctica es un fracaso nacional, no es como se suponía que las cosas debían de ser.

Dirá también Aldo Mariátegui que estamos cambiando de tema al hablar de lo oral en vez de lo escrito, o dirá, como escribió en un editorial del Correo unos días después de la nota original, que, si la congresista Supa es quechuahablante, entonces debería tomar sus apuntes en quechua (cuya correcta ortografía sería vigilada por un académico seleccionado por el Sr. Mariátegui, suponemos).

Olvida que el quechua es un idioma que, aunque tiene una literatura escrita desde el siglo XVI, no tiene una cultura escrita bien desarrollada; es una lengua que vive y se reproduce predominantemente en la cultura oral, sobre todo la cultura oral del campo, que es sumamente rica y además contiene toda una manera de ver el mundo. La oralidad del quechua poco tiene que ver con el hecho de que los antiguos peruanos no tuvieran escritura. Algunos idiomas europeos, como el estonio y el lituano, también se empezaron a escribir recién en el siglo XVI. Sin embargo, hoy en día estos idiomas si tienen una cultura escrita bien desarrollada, son idiomas oficiales (en la práctica, no solo en la teoría), se publican miles de libros en ellos y la gente los utiliza para tomar sus apuntes.

¿Por que? Porque son idiomas que han sido adoptados por sus respectivos estados, y porque, si se dieron procesos de colonización en esos países, estos fueron muy distintos a lo que se dio en el Perú. Debido al colonialismo que sufrió el Perú (no solo el español sino también el colonialismo interno que persistió mucho después de la independencia), el quechua ha sido privado de desarrollar una cultura escrita, lo cual es injusto pues es el idioma que han hablado y hablan varios millones de nuestros compatriotas. Esto se corregirá cuando se cree una mayor esfera pública en quechua, como también en aymara y los idiomas amazónicos, sin dejar de lado por supuesto una esfera pública en castellano.

Pero será difícil que Aldo Mariátegui logre entender estas cuestiones, pues para el la cultura no es algo que cada grupo y cada ser humano posee, ya sea oralmente o por escrito – en su cosmovisión, su arte, su música, sus acciones cotidianas y en la lente a través de la cual interpreta el mundo – sino que es algo que viene en un solo tipo, que se acumula en distintos “niveles” (por eso describe a la congresista como “alguien con un nivel cultural tan bajo”) y que “ilumina” al individuo desde fuera, específicamente desde un lugar occidental, urbano, de habla castellana y de clase media para arriba.

En un momento, el Sr. Mariátegui intenta esconder su elitismo detrás de un populismo que denuncia los altos salarios de los congresistas – refiriéndose a Hilaria Supa, dice que “no se puede pagar más de S./20 mil al mes y darle tanto poder y responsabilidades a quienes no están mínimamente iluminados por las luces de la cultura.” Si es que el cree que los congresistas ganan demasiado (no estoy seguro que crea eso), estoy completamente de acuerdo. No es Aldo Mariátegui el primero en decir esto, ni mucho menos.

Pero ese es un tema aparte, que tiene que ver no con una congresista en particular sino con todos los congresistas, la mayor parte de los cuales se consideran muy “letrados” y seguro en muchos casos tienen grado universitario. Caso conocido es el de Martha Hildebrandt, a quien el Sr. Mariátegui presenta como el ejemplo de la cultura (“nadie pide que cada congresista sea una Martha Hildebrandt”), pero que cobra el pago por escolaridad cuando no tiene ningún hijo de edad escolar, y que arrogantemente defiende su derecho a hacerlo. Si vamos ha hablar de los altos sueldos de los congresistas, y de las serias carencias de un gran número de estos “padres de la patria” (las “fallas” ortográficas no son una de ellas), hablemos de eso entonces.

Pero esa discusión nada tiene que ver con los argumentos racistas y elitistas de Aldo Mariátegui. Perspectivas como la de el hacen daño a todos los peruanos, y nos remontan al siglo XIX, cuando el Perú ya era independiente pero era un país desarticulado, fragmentado, con una elite que se creía muy letrada, pero que perjudicó enormemente al país, y que miraba hacia Europa mientras que la gran mayoría de peruanos eran en la práctica excluidos de la nación, además de ser discriminados y explotados. Ese era el país al que se refería Manuel Gonzalez Prada cuando escribió que “el Perú es un organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota el pus.”

Gracias a los esfuerzos cotidianos de millones de peruanos – campesinos, trabajadores, pequeños empresarios, artistas, etc., que defendieron su cultura y su orgullo y los fueron adaptando a nuevos tiempos y espacios (sin apoyo y más bien contra la oposición de gran parte de los sectores poderosos), el Perú ha cambiado en las últimas décadas. Si bien esta sigue siendo en parte una sociedad colonial (y muy racializada), y si bien sigue habiendo una desigualdad y discriminación tremendas, el Perú es hoy en día un país más integrado y menos señorial y feudal que en la época de González Prada o del abuelo de Aldo Mariátegui, José Carlos. Es un país del cual podemos sentirnos orgullosos, a pesar de todos sus problemas, con una cultura muy rica, vibrante, particular, multifacética, que poco a poco (y con muchos retrocesos) se va abriendo paso en la esfera pública y que impresiona y sorprende a los extranjeros que llegan a conocerla. Pero Aldo Mariátegui parece querer que volvamos a ser un país donde brota el pus.

Refiriéndose a la congresista Hilaria Supa, el Sr. Mariátegui escribió en su editorial que “estoy seguro de que su respuesta consistirá en acusarnos de ser nazis y hacerse la víctima.” Más bien, el mismo se pintó como la víctima en sus editoriales siguientes, presentándose como un periodista valiente en cuya contra se había volcado casi toda la clase política (es obvio que tiene derecho a escribir lo que quiera en su periódico; ese no es el tema). Su pretensión de víctima está presente en su nota original, cuando argumenta que “lo ‘políticamente correcto’ se está volviendo asfixiante en nuestro país.” En que país vivirá el, pues piense lo que se piense sobre como funciona la “political correctness” en países como EE.UU., es innegable que en el Perú lo “políticamente correcto,” lejos de haberse vuelto “asfixiante,” recién ha empezado a tener el más mínimo espacio, mientras que lo que si es verdaderamente asfixiante es el racismo y la racialización.

Sin duda los que le han dado el gusto en decirle nazi también alimentarán su complejo de víctima. El Sr. Mariátegui no es un nazi – los nazis fueron un grupo político que tomó el poder en Alemania hace más de 70 años, mientras que Aldo Mariátegui es un racista muy a la peruana, señorial y elitista, que representa los lados más negativos de nuestra tradición nacional.



[1] Ver Denis Sulmont y Marcel Valcárcel, Vetas de Futuro: Educación y Cultura en las Minas del Perú (1993), pp.127-133.