24 dic 2009

El Museo de la Memoria no debe estar en Miraflores

No juzgo a los vecinos de Miraflores, que son parte del Perú también. ¿Pero por que construir el Museo de la Memoria ahi? Es cierto que el alcalde ha donado el terreno, pero debe haber sitios disponibles en otros barrios de Lima. Si no hay ofrecimientos de otros alcaldes, entonces para eso están los organizadores, para que hagan las gestiones necesarias.

En primer lugar, independientemente del carácter particular de este museo, ya hay suficientes oportunidades culturales y de aprendizaje en distritos pudientes como Miraflores, y pocas en otras zonas. Para evitar seguir reproduciendo esta desigualdad, habría que tratar de localizar nuevas instituciones y museos, irrespectivamente del tema del que traten, en zonas menos acomodadas.

Pero en el caso particular del Museo de la Memoria, es especialmente importante no caer en el juego de la derecha de querer representar el tema de los derechos humanos como algo pituco, “caviar”, elitista. Derechistas que en otras ocasiones denigran al pueblo, no pierden tiempo en acusar a los “caviares” de elitismo por defender a los derechos humanos. Esa es precisamente la tradicional estrategia fascista, utilizar argumentos populistas selectivamente para avanzar una agenda que en última instancia es antipopular. Es cierto que hay tendencias estructurales que hacen que con frecuencia los derechos humanos como tales sean una preocupación de intelectuales de clase media o de élite, como algunos de los integrantes de la Comisión de la Verdad. Pero hay que ser muy cínico para pensar que debido a esto los derechos humanos son un tema que por naturaleza pertenece a las élites. Es fácil pensar que los derechos humanos son una frivolidad – hasta que a uno mismo le toca ser torturado, o que le desaparezcan a un familiar. ¿Quienes fueron los que más sufrieron la violencia política en el Perú? No fueron los vecinos de Miraflores, con la excepción del atentado de Tarata. Fueron, en su mayoría, peruanos que vivían en pueblos o barrios bastante lejos de Miraflores, que probablemente verían a Miraflores como un espacio alienante y ajeno, y que con frecuencia serían discriminados en los restaurantes y discotecas de Miraflores.

Construir un Museo de la Memoria elitista es contribuir a los esfuerzos fascistoides de la derecha por hacer creer al pueblo peruano que los derechos humanos son algo que no les concierne – esfuerzos que tienen como propósito, por supuesto, poder pisotearles esos mismos derechos con impunidad, y poder declarar, como hizo el ministro Rafael Rey, que masacres como la de Putis no son delitos de lesa humanidad.

En el caso de Vargas Llosa, el flamante director del museo, sospecho que el genuinamente no va a querer alejarse de Miraflores o de su Barranco. Pero no me sorprendería que García esté secretamente feliz de que el museo al que inicialmente se opuso termine proyectando una imagen de elitismo y exclusivida, pues esto le resta efectividad.