27 feb 2010

La Teta Asustada y la Descolonización



Sin duda, La Teta Asustada - si bien es un film de calidad - no es una película perfecta. El guión es por ratos extraño, la actuación no siempre es buena, y la secuencia de escenas es a veces confusa. El mayor mérito de Claudia Llosa, sin embargo, no reside en los aspectos estéticos o técnicos. En estos aspectos ella es una directora que promete mucho pero que aún tiene mucho camino por recorrer, lo cual es natural. Más bien, lo que hace de Claudia Llosa una creadora original es el hecho que sus películas constituyen uno de los primeros momentos en que la cultura popular y mayoritaria del Perú es retratada con respeto, interés y hasta con cierto cariño en el cine peruano “de élite.”

(Digo “de élite” por falta de un mejor término para referirse al cine hecho por gente que ha estudiado cine y que tiene acceso a recursos y aspiraciones a la pantalla grande y los festivales internacionales. Este cine, producido principalmente en Lima, es distinto por ejemplo al nuevo cine ayacuchano, que por lo general dispone de menores recursos y se enmarca en otro proceso de producción y distribución, y que en sí constituye un fenómeno interesante. Llamarle al cine limeño “de élite” es inexacto pues a lo que realmente quiero referirme es a lo que en algunos países se llama cine “A” o “mainstream,” (para diferenciarlo de cine "B") lo cual es bastante más amplio que una “élite” – me refiero en realidad a películas que se muestran en los cines comerciales. No me refiero solo a cine de arte ni a élite en el sentido más específico de la palabra. Me refiero a lo que podría ser llamado cine “profesional” o “nacional,” pero pienso que es mejor no contribuir a reproducir estos términos normativos y en parte excluyentes).

Para mi Madeinusa fue una revelación a pesar de algunas cosas que no me gustaron – el exotismo con que se representaba a los pobladores andinos, el excesivo dualismo (la idea que el Perú está dividido en dos) que me parece que ya no se ajusta del todo a la realidad nacional, la presentación del incesto sin mencionar que este es condenado en la cultura andina, el desenlace final de la historia, etc. La revelación estaba en que era la primera vez que cine de esta envergadura y manejando este tipo de recursos intentaba mostrar aspectos de la vida rural andina con alguna semblanza de veracidad y autenticidad. Podemos como mínimo estar de acuerdo que por lo menos el film intenta mostrar este mundo, punto, aún si algunos dirían que veracidad y autenticidad no son conceptos que se puedan aplicar a Madeinusa. Podemos decir lo mismo de La teta, esta vez no en un pueblo andino sino en los barrios populares de Lima.



Si las dos películas de Claudia Llosa resultan pioneras en este sentido, es porque el cine y, más aún, la televisión peruana, han estado tan influenciados por la mentalidad colonizada de la cual padecemos en el Perú. El Perú ha tenido unos pocos buenos cineastas como Lombardi, a quien respeto, pero él casi no toca temas populares y si lo hace utiliza los mismos actores que utiliza para todo lo demás, actores de clase media o alta que no conocen el tema (además que el cine de Lombardi es más como teatro y por eso mismo no intenta mostrar tanto del mundo que lo rodea – aún en películas como La Boca del Lobo). En los 80s el grupo Chaski hizo películas como Juliana y Gregorio que trataban temas populares, y lo hicieron bastante bien, pero únicamente desde el ángulo de la denuncia social y la miseria, no de la naturalidad y la vida cotidiana.

Y bueno, en cuanto a la televisión casi no hay buenos ejemplos de que hablar – el racismo ha estado siempre a la orden del día, en programas como el de la Paisana Jacinta hasta hace un par de años, y también en la manera en que los trabajos de actor de televisión han sido tradicionalmente reservados para actores blancos o de piel clara (esto ha empezado a cambiar un poco, pero solo en las miniseries). No tiene nada de malo tener la piel clara, por supuesto, pero nadie tiene derecho a tener un monopolio racial sobre una profesión, mucho menos cuando esta profesión carga con tanto poder simbólico. Esta característica de la televisión peruana se da en el resto de América Latina también, por cierto – amigos de otros continentes me han mencionado que ellos crecieron creyendo que todos los latinoamericanos eran blancos, pues eso es lo único que se ve en la gran mayoría de telenovelas venezolanas, mexicanas, etc. que se exportan al resto del mundo. En el Perú es muy fuerte este racismo por color de la piel. Pero se manifiesta también en la manera de volver invisible a la cultura de las mayorías, en el cine, en la TV, y en diversos otros espacios. Es que el Perú no es un país normal – es un país donde todavía es la minoría cultural/étnica la que tiene el poder, en ese sentido es como Sudáfrica antes del fin del apartheid (con la diferencia que en el Perú las segregaciones y discriminaciones no están en las leyes sino en el accionar cotidiano y la estructura económica, que son más difíciles de cambiar). Aunque si realmente vamos a hablar con precisión, no se trata tanto de grupos raciales o étnicos sino de relaciones de opresión y explotación que se basan entre otras cosas en la ideología de la supremacía blanca/occidental, lo cual hay que eliminar para que podamos vivir en una sociedad realmente libre.

Esa mediocridad, esa mentalidad colonizada, se expresan en la casi inexistencia en el Perú de cine de calidad que incluya la representación de la cultura de las mayorías del país, como si lo tienen países como Irán, China, India, etc. Eso es lo que ha empezado a cambiar Claudia Llosa, y en mi opinión es en ese aspecto que se encuentra su mayor mérito. Se podrá decir que pegar secuencias de gente bailando en matrimonios no es para tanto, no es un acto descolonizador ni un cambio en los paradigmas estéticos nacionales. Ya, pero es más de lo que otros han hecho hasta ahora. Y bueno, yo tampoco creo que eso sea todo lo que ella ha hecho. La teta asustada, a pesar de algunos problemas en el guión, la actuación y la edición de la película, sigue siendo una película de calidad hecha con arte y originalidad y con cariño por el mundo que intenta representar.

Un problema adicional que si hay que señalar es el ritmo pausado y algo distante, casi frío, de la película, que sin proponérselo le da un cierto aire de exotismo y una mirada casi etnográfica a veces. Claudia Llosa tiene derecho como artista a hacer películas tan pausadas y distantes como quiera, por supuesto, pero dado el tema que trata y el contexto del Perú, tiene que cuidarse de no producir este resultado. Es que con esto se expone a los que quieren tildarla de racista por mostrar costumbres y realidades que a ellos les incomodan (debido a que son ellos en realidad los que son racistas, pues no pueden concebir que sea posible representar a la culturas andina, popular o chicha sin denigrarlas). Quizás hubiera ayudado que la película trate a la “cultura chicha” con más naturalidad (y menos como objeto de estudio), como parte de la vida cotidiana de la gente que se niega a ser derrotada por la adversidad y que más bien construye un mundo nuevo y original, muchas veces con pocos recursos.

En fin, el Perú necesita más artistas talentosos y prometedores como Claudia Llosa que se esfuercen por crear un espacio representativo menos colonizado, donde la cultura popular (andina, afroperuana, amazónica, nikkei, criolla, lo que sea) sea tratada como cultura nacional, vida cotidiana y espacio para la construcción de un país y de un pensamiento cosmopolita y universal, y no simplemente como “folklore,” como lamentablemente se acostumbra decir en el Perú.

Fotos: http://www.cbc.ca/arts/film/story/2009/02/14/berlinale-prizes.html y http://en.wikipedia.org/

24 feb 2010

Historia sindical - Cerro de Pasco


Comparto una nota que escribí hace un poco más de un año, sobre la historia de los sindicatos mineros en Cerro de Pasco:


En la historia toda transformación tiende a tener consecuencias a menudo imprevistas hasta para sus más asiduos promotores. El surgimiento de la minería industrial en el centro del Perú a partir de 1902 llevó, a través de un largo y tortuoso proceso, a la constitución de un nuevo actor social en la región: los sindicatos mineros. Como en otras zonas del mundo donde se ha concentrado a grandes números de seres humanos para producir riquezas a cambio de un salario, estas organizaciones han vivido una historia marcada por triunfos y fracasos, por épocas de unión y de desunión. Una historia que, en todo caso, no debe ser olvidada, y que en esta pequeña reseña intentamos reconstruir con especial mención al caso de Cerro de Pasco.

Los primeros años de esta historia no son de sindicatos formalmente establecidos, sino de conflictos esporádicos e intermitentes, pero a veces violentos, en torno a las condiciones de trabajo. Toda actividad industrial genera contradicciones que no pueden ser resueltas únicamente a través de los mecanismos del mercado o el accionar de las mismas empresas. Ya en 1902, a poco tiempo de establecerse la Cerro de Pasco Corporation, hubo una manifestación laboral en la Plaza Chaupimarca, exigiendo un aumento salarial así como mayor frecuencia en el pago y que este fuese en efectivo en vez de fichas. En 1904, como ha documentado Juan Santiago Atencio, se produce un choque en la pampa de Unish entre la policía y un grupo de trabajadores enardecidos ante un accidente ferroviario provocado por la irresponsabilidad de la empresa, muriendo en el enfrentamiento el dirigente Melchor Gamarra. No todo consistía de conflictos violentos; un fenómeno común era el no cumplimiento de contratos de enganche. Como contaba la intelectual indigenista Dora Mayer en 1913, una explosión en una de las minas de Cerro en 1908 había llevado a los trabajadores enganchados de la comunidad de Chongos, del valle del Mantaro, a decidir retirarse de las minas en masa. En 1909 hacen huelga los fogoneros del ferrocarril de la empresa, exigiendo una jornada de trabajo de 9 horas, pero la empresa logra apresar al dirigente Washington Oviedo y deportar a otros 5 huelguistas de Cerro de Pasco. Como estos casos se podrían citar muchos otros.

Sin embargo, es solo a fines de los años 20 que estas acciones ocasionales y espontáneas empiezan a converger en una organización duradera. En 1928, consternados por un accidente en Morococha que había causado 28 muertes, José Carlos Mariátegui y su grupo establecen contacto con el profesor Gamaniel Blanco y el dirigente minero Adrián Sovero, dando inicio a un proceso de organización sindical en todos los centros mineros de la Corporation. Estos años son descritos vívidamente por Miguel de la Mata – actor y testigo de los sucesos – en su novela En la Noche Infinita, donde el dirigente Antonio Ponce exhorta a los trabajadores: “¡juntémonos como las carretillas de mineral, y como los minerales de Cerro de Pasco, de Morococha, de Casapalca, fundámonos en un solo anhelo!”. El 7 de setiembre de 1930, una manifestación del nuevo sindicato en Cerro de Pasco termina en un choque con la policía resultando en 6 trabajadores fallecidos. Dos meses después, durante el Primer Congreso de Trabajadores Mineros del Centro, los dirigentes son apresados; cuando los trabajadores de la sección de construcción en Malpaso marchan a La Oroya protestando este abuso, son abaleados por la policía, dejando 23 trabajadores muertos. La masacre de Malpaso anuncia la represión del movimiento por parte del gobierno de Sánchez Cerro, que deja a muchos dirigentes encarcelados, entre ellos Gamaniel Blanco, quien muere en prisión. El naciente sindicalismo minero se debilita, dando inicio a lo que el sociólogo Denis Sulmont ha llamado “los años bajo tierra.”

Es solo a mediados de los años 40, durante el gobierno de Bustamante y Rivero, que se puede volver a formar sindicatos mineros en el centro, esta vez ligados ya no al movimiento comunista sino al Partido Aprista. En 1946 se funda el sindicato de Cerro de Pasco, junto con los de Goyllarisquizga, Huarón, Morococha y muchos otros centros mineros. Estos sindicatos logran sobrevivir la dura represión de Odría, y con el transcurso de los años logran importantes mejoras salariales y de condiciones de vida. El vínculo con el Apra se mantiene hasta fines de la década del 60, cuando los trabajadores empiezan a radicalizar sus luchas. En 1967, cerca de 1,500 trabajadores de Atacocha protagonizan una marcha de sacrificio a Lima, siguiendo los pasos de una anterior marcha de los estudiantes de Cerro de Pasco. Dos años después, la marcha de sacrificio de Cobriza y La Oroya marca el fin de la era aprista en los sindicatos mineros y el inicio del sindicalismo “clasista” y radical, vinculado a los partidos de izquierda.

Los 70s y 80s van a ser épocas de dramáticas luchas – como la huelga de 1971 en que cae el dirigente de Cerro de Pasco Gudelio Espinoza - en las cuales se consiguen significativas mejoras así como mayores niveles de centralización en el movimiento sindical minero, con organizaciones como la Federación de Centromín, la Federación Minera de Pasco y, a nivel nacional, la Federación Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos del Perú (la FNTMMSP). Aunque la dirigencia sindical en Centromín decide no participar en el histórico Paro Nacional del 19 de Julio de 1977, que resquebrajó el poder de la dictadura militar de entonces, los trabajadores del centro si participan en la huelga nacional minera del siguiente año en la que 10,000 mineros y sus familias hacen marcha de sacrificio a Lima, pidiendo reposición de los trabajadores despedidos a raíz del paro del año anterior. Esta huelga termina el 6 de setiembre de 1978 cuando los trabajadores son violentamente desalojados de la Universidad de San Marcos por las fuerzas policiales. En 1983 los trabajadores mineros de Cerro de Pasco y del centro nuevamente emprenden marcha de sacrificio a Lima buscando alcanzar su pliego de reclamos.

Esta es la época también en que se forman los comités de amas de casa mineras (CACs), a través de los cuales las esposas de los trabajadores, sustentadoras del hogar y responsables de la reproducción de la fuerza laboral, forman la línea de defensa durante las huelgas. Como dice una dirigenta de estos comités, “era importante que las amas de casa, que somos las que mas estamos en el hogar, que sabemos que es lo que necesitamos en el hogar, para los hijos, éramos las que mas deberíamos de andar luchando.” Pero los 80s también vieron la irrupción del conflicto armado entre Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas, el cual puso al movimiento minero entre los dos fuegos. Así, el dirigente minero y campesino Teófilo Rimac Capcha es desaparecido por el ejército en Cerro de Pasco en 1986, y el 2 de Marzo de 1989 el secretario general del sindicato de Cerro, Seferino Requis, es asesinado en plena asamblea, aparentemente por Sendero. Los años 1988 y 1989 es también cuando se desarrollan, sin éxito, las huelgas nacionales por el Pliego Nacional Minero. La larga contienda, junto con el impacto de la violencia, termina debilitando a los sindicatos y a las federaciones, que luego no logran resistir la ofensiva de flexibilización laboral, privatización y despido de miles de trabajadores bajo el régimen fujimorista. Tras el fin del gobierno autoritario en el 2000, el movimiento sindical minero ha mostrado algunos débiles signos de recuperación, aunque ahora tiene que lidiar con una legislación laboral hostil y con una fuerza laboral dividida por el fenómeno de la tercerización.

Fuentes

Entrevistas.

DeWind, Josh. 1977. De Campesinos a Mineros.

Flores Galindo, Alberto. 1974. Los Mineros De Cerro De Pasco, 1900-1930.

Krujit, Dirk y Menno Vellinga. 1979. La Cerro y el Proletariado Minero-Metalúrgico.

Mayer, Dora. 1913. La conducta de la Compañía Minera del Cerro de Pasco.

Pérez Arauco, César. Cerro de Pasco: Historia del Pueblo Mártir del Perú.

Santiago, Juan.1988.Historia de las Marchas de Sacrificio. Huelgas y marchas de los Mineros del Centro.

Santiago, Juan. 1990. Historia del Movimiento Minero, 1900-1919.

Sulmont, Denis. 1980. Historia del movimiento obrero minero-metalúrgico.


Foto: del autor

9 feb 2010

Exposición fotográfica en ex-Hacienda San Agustín: Nota de prensa oficial


"A PUNTO DE DESPEGAR”
Exposición fotográfica

¿Y a dónde vamos a ir? ¿Y esa gente que no tiene nada y vive de la chacra? No quiero que llegue ese día. Ahora que estamos como los aviones a punto de despegar, se están preocupando más. Aun después del viaje se sigue sufriendo por la tierra, ella es todo y causa dolor. Estas son nuestras raíces. Nos despertamos cuando sale el sol y nos acostamos ya entrada la noche, así espero que siga siendo.

- Juan Yara Shimabukuro.
Del libro: Oía mentar la Hacienda San Agustín


Este domingo 21 de febrero a partir de las 12 del mediodía hasta las 8 de la noche en el Asentamiento Humano “El Ayllu”, Ex hacienda San Agustín, a espaldas del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez (Callao) se presenta la exposición fotográfica “A punto de despegar”.

La exposición mostrará el trabajo fotográfico de Susan Bonilla (19), Chelsy Rivera (14), Yaré Rivera (12), Alexis Vega (12) y Kelly Vega (11), jóvenes fotógrafos de “El Ayllu” quienes a lo largo de dos años de trabajo con la coordinación e iniciativa de Lorena Best Urday han registrado la vida cotidiana de su pueblo, creando un amplio banco de imágenes. Las fotografías dan cuenta de San Agustín desde la mirada de sus jóvenes fotógrafos: sus calles, casas, callejones, recovecos, chacras, acequia, árboles, canchas y las historias que en ellas se han vivido y se viven.

La exposición fotográfica “A punto de despegar” se plantea como una instalación que invita al recorrido por los distintos espacios de la ex hacienda, compartiendo una experiencia entre el discurso artístico y el espacio real. Durante la exposición se instalará una radio libre para compartir historias, música, recuerdos, sueños, etc. De la misma forma habrá una feria de comidas preparada por las señoras del comedor de madres 14 de abril Nº 4 de “El Ayllu”.

Para el cierre de la jornada la Asociación Guarango presentará “De Ollas y Sueños” un documental sobre el poder integrador de la cocina peruana, un punto de reencuentro y proyección hacia el mundo. Dirigido por el reconocido documentalista Ernesto Cabellos.

La exposición tiene como propósito, además de compartir la cultura y vida cotidiana de este espacio, contribuir con la difusión de la problemática actual de la ex-hacienda San Agustín: terrenos de cultivo y espacios de vida que están destinado a ser desaparecidos. “El Ayllu” es uno de los Asentamientos Humanos que forman parte de esta ex-hacienda una población que será desplazada por la expansión del aeropuerto y la construcción de una nueva pista de aterrizaje. La población de la Ex hacienda San Agustín es una comunidad de raíces afroperuanas, nikkei, andinas y amazónicas quienes en su mayoría están allí desde antes de la construcción del aeropuerto.

Para conocer más sobre el Asentamiento Humano "El Ayllu" en la Ex hacienda San Agustín y la exposición fotográfica “A punto de despegar”:

www.exhaciendasanagustin.blogspot.com
www.apuntodedespegarsanagustin.blogspot.com

Ubicación del Asentamiento Humano "El Ayllu": Km 3.6 de la Avenida Néstor Gambeta
(Callao). Frente al Asentamiento Humano Juan Pablo. Frente al nuevo Ransa. A espaldas del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Para llegar: subir por Av. Néstor Gambeta, bajar en la entrada a Juan Pablo y/o San Agustín y tomar moto taxi hasta “El Ayllu”.


Organizan: Lorena Best Urday, Kristel Best Urday, Elizabeth Lino Cornejo y Federico Helfgott Seier.
Invitado especial: Asociación Guarango

Gracias por la difusión

5 feb 2010

"A punto de despegar" - Exposición en ex-Hacienda San Agustín




El domingo 21 de Febrero habrá una exposición de fotografías tomadas por niños y jóvenes del Asentamiento Humano El Ayllu, parte de la ex-hacienda San Agustín, detrás del aeropuerto Jorge Chávez. La exposición, que tomará lugar en la misma ex-hacienda, es parte de un taller de fotografía desarrollado por Lorena Best Urday, y de un esfuerzo más amplio por difundir la cultura, historia y situación actual de los pobladores de El Ayllu. Pueden leer más sobre el evento en el siguiente link: http://apuntodedespegarsanagustin.blogspot.com/.

También pueden veralgunas fotos del taller en el album: http://www.flickr.com/adespegar.

Los asentamientos humanos que conforman la ex-hacienda están desde hace tiempo destinados a ser desalojados por la expansión del aeropuerto Jorge Chávez. La dirigencia y pobladores de El Ayllu no se oponen a la expansión del aeropuerto en si, pero les preocupa el hecho que hasta ahora no hay un plan claro sobre adonde reubicarlos y que en más de una ocasión han sido llamados "invasores" cuando en realidad ellos están allí desde antes de la construcción del aeropuerto. La ex-hacienda San Agustín es hoy en día una comunidad de raíces afroperuanas, nikkei, andinas y amazónicas. Muchos de los pobladores son descendientes de trabajadores o yanaconas de la antigua hacienda.

Además del link arriba, pueden encontrar más información sobre la ex-hacienda San Agustín en la siguiente página:http://exhaciendasanagustin.blogspot.com/. También existe el libro de historia oral Oía Mentar la Hacienda San Agustín, de Kristel Best,Elizabeth Lino, Alejandro Hernández y María Gonzáles, editado por el Convenio Andrés Bello (hay un link en el blog).

La ex hacienda San Agustín se encuentra en el km. 3.6 de la Av. Néstor Gambetta, frente al nuevo Ransa, en el Callao, a espaldas del aeropuerto Jorge Chávez.